Amaranta, tenemos algo en común.

“Sus acciones habían sido una lucha a muerte entre un amor sin medidas y una cobardía invencible, y había triunfado finalmente el miedo irracional que Amaranta le tuvo siempre a su propio y atormentado corazón”

 

*Extracto de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez

¿Te acordás?

¿Te acordás cuando no podías salir de tu casa?
¿Cuando tenías que hacer ejercicio en tu balcón?
¿O pedir permiso para ir al super o la farmacia?
¿Te acordás cuando tus ganas por salir eran proporcionales a la cantidad de contagios y muertes por ese extraño virus?

¿Te acordás que antes de eso, pedías tener días para estar haciendo nada en tu sillón?
¿O que, en pleno invierno, necesitabas levantarte, tomarte unos mates y quedarte en pijama todo el día?
Bueno…

*Flor, desde el encierro en la tercer semana de cuarentena

Espejo

Cuando estás bien…
Te ves bien
Te mirás bien
La gente te cae demasiado bien.
Nada te jode
Nada te complica
Seguís tu ritmo porque ahora le encontrás la vuelta.
Te hacen sentido muchas cosas,
le ponés música a esas cosas.
Te sentís linda
Sentís que te ven linda
Y te ponés linda, total…
Falta mucho para que te pase de nuevo.

El mundillo publicitario por Laura Visco

“Bienvenidos al maravilloso mundo de la publicidad. Un mundo donde las mujeres no cuentan chistes ni tienen celulitis. Los hombres se ponen desodorante y se convierten en irresistibles. Las familias son perfectas, el divorcio no existe y la menstruación es azul. Los nenes juegan a la pelota con C de “campeón” y las nenas, con cocinas con C de “cocineras”. Nunca al revés. El mundo cambió, y la publicidad se quedó encerrada en este submundo “ideal”, en este Truman Show. Pero, ¿por qué pasa esto? Porque las decisiones en la publicidad son tomadas por un sector demográfico muy pequeño: en su mayoría hombres, hétero, clase media alta, que nos imponen su visión del mundo y su agenda a todos los demás”.

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¿Si soy creyente?

Si ser creyente es tener fé, entonces…

Creo en la gente que corre la micro con fervor, convencida de que la va a alcanzar.
Creo en los que te miran a los ojos aunque no les guste.
Creo en el botón para cruzar la calle, aunque digan que adentro solo hay un foquito.
Creo en la gente a la que los perros les mueven la cola.
Creo en los que se proponen bajar de peso y lo logran.
Creo en los que se levantan a las 4 de la mañana y viajan horas para llegar a sus trabajos.
Creo en los que caminan por la calle sonriendo.

Por lo visto creo en más cosas de las que pensaba, así que sí, soy creyente.

Olores

  • Una vela recién apagada.
  • Zapatos nuevos.
  • Césped cortado.
  • Naftalina.
  • Lluvia.
  • Mar.
  • Nafta.
  • Un jazmín.
  • Leña en una fogata.
  • Leche a punto de hervir.
  • Tierra mojada.
  • La cocina de mi abuela.
  • Albahaca.

Exponerme a cualquiera de ellos, es olvidarme de lo que esté haciendo y viajar por un rato donde los sentí por primera vez.

 

Hueso de Oscar Hahn

Curiosa es la persistencia del hueso
su obstinación en luchar contra el polvo
su resistencia a convertirse en ceniza.

La carne es pusilánime
Recurre al bisturí, a ungüentos y a otras máscaras
que tan sólo maquillan el rostro de la muerte

Tarde o temprano será polvo la carne
castillo de cenizas barridas por el viento

Un día la picota que excava la tierra
choca con algo duro: no es roca ni diamante

es una tibia, un fémur, unas cuantas costillas
una mandíbula que alguna vez habló
y ahora vuelve a hablar

Todos los huesos hablan, penan, acusan
alzan torres contra el olvido
trincheras de blancura que brillan en la noche

El hueso es un héroe de la resistencia

 

*Leído en el Museo de la Memoria – Santiago de Chile

Las magias de Galeano

En 1942, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja.

 

Los hijos de los días

Convivir

Ellos creían que era amor lo que quedaba. Lo confundían con acompañar, con convivir, obviando las paredes que los separaban.

Creían que el tiempo que pasaron juntos  era sinónimo de buenos tiempos, solo porque fueron años, casas, hijos.

Confundían las relaciones, cuidándose como a un hijo, queriéndose como amigos, tratándose como compañeros.

Hasta que llegó el momento, cual baldazo de agua fría, en que se vieron como a un desconocido, con destellos de esa persona que amaron alguna vez… O que siguen amando, pero de otra forma, a otro ritmo, con otra intensidad, con otras ganas.

Amar no es dejar un plato de comida en el microondas, preocuparse en los viajes, dar un beso en ocasiones muy especiales o medio sonreír por no abrazar.

O quizás si, quién sabe.

A estas alturas, cuanto más experiencia en la vida tienen, más confunden las cosas simples, más se cierran a lo que ya conocen, más se encierran, menos se conocen.

B más que A

Vas en el bus escuchando tu música y sube por la puerta de atrás un “músico” por un par de paradas.

A- Pensás: ¿por qué tengo que darles plata por subirse a tocar dos temas? Aparte el equipo de música hace todo. Cómo no se ponen a laburar en otro lado y no molestan a la gente que viaja tranquila… Para variar siempre el mismo repertorio, el otro día lo escuché en la 426 así tal cuál.

B- Pensás: qué bien el tipo… Ya debe odiar los temas que canta siempre y lo hace como la primera vez. Encima cargando ese aparato pesado, bamboleándose de un lado para el otro al ritmo de los frenos poco amorosos del chofer. No me cuesta nada darle un vuelto que a mí no me cambian nada.

Tenés dos formas de verlo, yo prefiero sacarme los auriculares, buscar unas monedas y pensar en la opción B.